CLUB DEL INIGUALABLE ANTHONY
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ALCANZANDO AL DESTINO - Anthony fic - Capítulo 12

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Mensaje por Meichan Lun Oct 15, 2012 12:59 pm

ALCANZANDO AL DESTINO

CAPÍTULO XII. DERRIBANDO MUROS INVISIBLES

- No entiendo qué rayos está pasando! Hasta hace un tiempo todo marchaba favorablemente, las negociaciones que me habían solicitado ya eran un hecho y muchos simpatizaban con mi idea pero ahora….. – La frustración se hacía presente en su apuesto rostro.

- Con todo lo que tuviste que hacer para no tener problemas en el hospital… – Suspiró Candy con profundo pesar.

- Qué los habrá hecho cambiar de opinión? Anthony yo sé que algo pasó, te he visto cómo te diriges en las reuniones y no cabe duda de que eres un líder nato – Le sonrió Albert.

- Gracias tío, pero al paso que voy no podré cumplir la promesa que hice, sé bien que estoy utilizando nuestra fortuna, de Candy y mía, pero si no lo logro todo habrá sido en vano… - Se dejó caer en la silla haciendo que unos rebeldes mechones cayeran sobre su frente, se había quitado su corbata y desabrochado el primer botón de su camisa.

Candy se levantó y colocó su mano en el brazo de su novio y le sonrió tiernamente, risa que fue correspondida por él, los inversionistas que había conseguido fuera de la lista también habían declinado extrañamente, él sabía que la herencia no le duraría eternamente.

- Y dentro de poco tendremos la reunión en el consorcio Andley para que des el informe de los resultados – Caminó Albert hacia la ventana de su despacho, ya era de noche y estaban contrariados por el rumbo en los resultados que Anthony había estado consiguiendo.

- Buenas noches familia! – Entró sonriente Archie.

- Archie, buenas noches – Sonrió Albert.

- Pero…qué les pasa? Por qué esos rostros?

- Que no sabemos qué está sucediendo con los proyectos que fueron dejados a cargo de Anthony, se vienen abajo pero no entendemos por qué.

- Estoy seguro que han estado saboteando todo lo que hago, alguien sabía de mis planes y…

Archie abrió los ojos inmensamente – Ahora que lo recuerdo, el día que nos llamaron a los dos al consorcio para… - Se detuvo, pues ahí estaba Candy y no podía decir que ella y Annie eran la causa de ese llamado en aquella ocasión – Para ver los resultados la alianza con la compañía de ferrocarril, cuando iba a la oficina de Albert alcancé a ver a alguien que estaba pegado a la puerta como si estuviera escuchando lo que hablaban.

- Archie! Por qué no nos lo dijiste en ese momento? – Le reclamó Anthony.

- Lo siento, no imaginé que podría ser tan grave…– Dijo apenado el despistado Archie – Aunque no alcancé a ver quién era.

- Recuerdo que en ese día hablábamos de mi proyecto tío y…, claro! Ahora lo comprendo! – Abrió los ojos de par en par el ojiazul.

- Qué cosa Anthony? – Preguntó extrañado Albert.

- Sí, hablé de la lista de los contactos que me habías proporcionado, dije que estaba en el cajón del escritorio en mi despacho…si esa persona me escuchó entonces sabía a quiénes iba a contactar! – Dijo iluminándosele el rostro al haberlo comprendido todo.

- Pero quién pudo hacer tal cosa? – Ahora preguntó Candy.

- …Neil – Su rostro se llenó de furia.

- Estás seguro? Yo no lo vi en todo el día en el consorcio Anthony….

- Estoy seguro de que fue él – El apuesto rubio desde siempre había hecho caso a sus corazonadas y le habían funcionado bien, ya había descubierto a su primo en otras jugadas – Y creo saber cómo confrontarlo.

- Anthony, tendrás que conseguir pruebas de lo que dices – Le repuso serio Albert – Recuerda lo que pasó con Liam, sino no te creerán.

Por su parte Candy quien seguía recibiendo esas insistentes cartas sin remitente la seguían preocupando, pero dado que veía a su querido Anthony tan ocupado entre el hospital y haciendo sus pesquisas prefirió no darle un motivo más de preocupación.

- Pero qué significará todo esto? Que me olvide del hombre de Lakewood, se refiere a Anthony? A qué se refiere con que sabré lo que es un hombre de verdad? Y si se lo planteo mejor a Albert?….

- Hola mi amor! – Anthony caminaba de prisa hacia ella, se le iluminó la mirada con sólo verla – Cómo estás pecosa? – La tomó de ambas manos.

- Anthony! – Le dijo alcanzando a esconder la carta entre varias hojas que había en la mesa – Muy bien y tú? Nos vamos a casa?

- Sí, vayámonos, estoy realmente agotado el día de hoy – Ambos caminan abrazándose por el jardín del hospital.

Para alivio de Candy, Isabella había dejado de ir por esos días al hospital a charlar con Anthony pero sentía que él aún no se había dado cuenta de los sentimientos de esa chica por él, Ciertamente mejor que yo – Sonrió con tristeza pero después alejó esos pensamientos cerrando fuertemente los ojos y negando con la cabeza. Y para colmo ahora tenía esa preocupación con las cartas…

Por su parte en la mente del joven también rondaban otras preocupaciones, notaba a Candy algo insegura, como si quisiera decirle algo, lo podía leer en sus ojos pero ella siempre le decía que no sucedía nada cuando le preguntaba.

Albert estaba saturado de trabajo y de viajes de negocios así que Anthony siempre tenía que ir al consorcio a tomar las decisiones por él como el segundo a la cabeza de los Andley, esas sesiones eran interminables pero poco a poco había aprendido a utilizar su don de mando que por naturaleza ya poseía y su voz se imponía en las juntas, Archie estaba asombrado con este desarrollo de Anthony en el mundo de los negocios, aunque la verdad era que sencillamente lo que le parecía más lógico de hacer era lo que les pedía a todos que se hiciera, al final terminaban dándole la razón y así él podía disponer de más tiempo para Candy y su trabajo como médico.

Todo esto lo observaba en silencio Collin y se lo reportaba en secreto a alguien más, a esa persona que desde siempre lo había vigilado y que todos lo daban por desaparecido en un lejano país, un hombre que odiaba y que odiaba desmesuradamente a aquellos que lo quitaron del lugar que creía le correspondía en esa familia, un hombre que humillado ante todos pero con la cabeza en alto tuvo que acatar la decisión final, un hombre que no perdonó jamás a esa persona que había arruinado por completo sus planes.

Anthony era un hombre que tenía un alto sentido de la responsabilidad, estaba dando lo mejor de sí para ayudar a su tío y a la vez desarrollarse como médico en el hospital y cumplir su promesa, sin embargo los Andley lo estaban llevando al límite pero se mantenía firme pues aún recordaba aquel anhelo que desde que era un adolescente tenía y ese era, mejorar a los Andley.

Pero ya lo estaba logrando sin darse él cuenta del impacto de su ejemplo en aquellos corazones endurecidos. Anthony y Candy eran dos almas que tocaban y transformaban poco a poco las fibras de los corazones de los demás. Su ejemplo era como una gota que cae en el agua y cuyas ondas se van expandiendo cada vez más lejos, eran de esas parejas que cimbraban los fuertes muros de las viejas costumbres rígidas de la sociedad y llevaban nuevos vientos de frescura y esperanza, algunos los veían con complacencia y admiración, otros, por envidia, los atacaban pues es más fácil criticar a lo que no se conoce pero sin duda representaban un ejemplo para todos.

Esa mañana la pareja de enamorados se encuentra en el hospital. La joven rubia sabe que en ese momento él se encontraba en la cafetería leyendo sobre las nuevas técnicas quirúrgicas y decide sorprenderlo, por lo que puede ver está sumamente concentrado en su lectura mientras le daba un sorbo a su café que sabía, le gustaba negro y con poca azúcar, pero justo cuando estaba por taparle los ojos…

- Ni lo pienses mi hermosa traviesa – Le dijo juguetonamente sin desviar su mirada de la lectura.

- Y yo que quería sorprenderte! – Se sentó de una sola vez en la silla – Un momento!

- Sí dime? – La observó pícaramente con una pequeña sonrisa mientras dejaba el libro en la mesa, qué le parecería ese nuevo cambio en él?

- Y esos lentes!

Suspiró.

- Leo tanto últimamente que la vista la siento algo cansada mi amor así que esta mañana los he comprado, tan mal me veo?

- No! La verdad es que… – Se sonrojó un poco – Te ves muy apuesto Anthony…

- Jajajajaja bueno es un alivio escuchar eso mi amor o temía que me fueras a decir que parecía un ratón de biblioteca, pero solamente los utilizo para la lectura – Le guiñó el ojo, se le veía muy contento ese día.

- Nunca diría algo así mi amor! Aunque admito que últimamente lees mucho – Sacó la lengua – Eso es algo que no se me da a mí jajaja, qué comes? – Se asomó curiosa.

- Bombones con licor, gustas? – Comento con una sonrisa sabiendo el regaño que vendría…

- No me digas que son los últimos que te quedan! Si apenas hace dos días compraste esa caja!

El rubio se rascó la cabeza poniendo una cara muy graciosa de vergüenza cosa que se le hizo muy divertida a Candy.

- Bueno…sí…admito que son mis preferidos.

- Anthony Brown Andley! Te enfermarás del estómago, no debes comer esos chocolates tan rápido!

- Jajajajajaja pecosa pero si a ti te regalo dulces todos los días y por lo que sé no llegan hasta la noche – Le guiñó el ojo.

En ese momento un grupo de enfermeras pasó por donde ellos se encontraban y hablaron en voz baja sonrojándose un poco mientras dirigían su vista al galeno a lo que Candy puso cara de pocos amigos.

- Por qué pones esa cara pecosa?

- Que a veces quisiera desaparecer a todas las enfermeras que pasan y te miran – Dijo con fastidio.

- Jajajajajajaja

- No es gracioso! En verdad que quisiera hacerlo!

- Lo siento Candy. A decir verdad…

De repente el muchacho de brillantes ojos azules colocó su rostro a milímetros del de ella con la expresión más seria que le hubiera visto y le dijo en voz baja:

- Yo quisiera enviar muy lejos de aquí a un lugar que no puedo pronunciar a todos esos jóvenes médicos que te observan cuando pasas frente a ellos….

Se quedaron viendo fijamente y sonrieron complicemente.

- Creo que…somos un par de celosos jajajajaja

- Candy! Por fin te encuentro – Dijo algo exasperada su compañera Natalie – Buen día doctor Andley.

- Buen día señorita.

- Qué sucede Natalie?

- Toma, esto es para ti, esta carta cayó de tu casillero y pensé que podría perderse o tomarla alguien más.

- Gracias Natalie – Dijo algo sorprendida Candy.

- Adiós.

El joven la observó y vio cómo se ponía lívida al leerla.

- Qué te ocurre pecosa? – Preguntó preocupado y le tomaba la mano.

- Eh?!, no…no es nada Anthony.

- Pero te has puesto así cuando leíste la carta, sucede algo malo?

Era inútil seguir ocultándoselo, no quería que se preocupara por ella pero no tuvo más remedio que entregarle la carta.

Lo esperaba, lo sabía…La mirada de Anthony fue cambiando de curiosidad y avidez por leerla a una de total enojo y furia acompañada de cierta palidez mientras abría los ojos desmesuradamente.

Candy mía,

Date prisa, déjalo ir…..No puedo esperar más tiempo por ti, acaso no ves que es un fracasado? Jamás será digno de ti, conocerás a un verdadero hombre que consigue lo que quiere y olvidarás al jardinero de Lakewood.

- Pero qué demonios significa esto?! – Se levantó de la silla totalmente indignado, sentía que la sangre golpeaba fuertemente su rostro.

El resto de las personas en la cafetería voltearon a verlos muy sorprendidos.

- Mi amor por favor, tranquilízate, no sé quién me envía esas cartas…vayamos al jardín a hablar…

- Cartas? Quiere decir que has recibido más cartas como estas?

La joven se amedrentó un poco, recordaba esa mirada cuando la había buscado toda la noche cuando aún siendo sirvienta había caído a la cascada. Anthony no dijo nada y salió con paso apresurado hacia el jardín y ella le siguió.

- Anthony yo…

- Por qué no me lo dijiste? – Fue su pregunta directa, su voz sonaba imponente.

- No es algo que pensaba ocultártelo amor pero…te vi tan ocupado con todo lo que tienes que hacer que no quise darte una preocupación más…

- Creí que había quedado muy claro Candy cuando te pedí que me confiaras tus problemas, esto es algo muy grave! Puedes estar en peligro y yo sin saberlo!

- Pensé que si no hacía caso las cartas dejarían de llegar.

- Pues ya ves que no fue así, cómo voy a poder ayudarte si no me cuentas algo tan importante como esto?! – Su profunda mirada reflejaba la molestia que sentía en ese instante, era tan penetrante que Candy se sintió nerviosa pues sabía que lo que decía era cierto.

- Lo siento Anthony…

- Jamás, jamás vuelvas a ocultarme tus problemas Candy, acaso no confías en mí?

- No, no es eso!

- Somos novios no es así? Porque pareciera que no lo somos, me sigues ocultando cosas.

Candy se molestó, ahora que lo recordaba, a Terry escasamente le comentó de sus problemas si no es que ninguno, él nunca supo todo lo que ella había hecho por poder verlo, cuando estuvo en Chicago o cuando fue a Nueva York, siempre en el fondo estuvo sola y no contaba sus penas a nadie, aunque en esta ocasión la gravedad del asunto era muy distinta y que ya no tenía por qué encarar las cosas solas.

- No lo hice porque no quería darte una preocupación más Anthony! Por eso lo hice! Crees que no me doy cuenta de lo exhausto que terminas cada día? De cómo te despiertas antes que nadie para preparar todo para tus reuniones y así terminar pronto para poder venir al hospital y de paso tener tiempo para mí? Que te quedas a altas horas de la noche trabajando? Crees que no veo todo eso?! Pues lo veo! Y no me pareció justo para ti que encima yo te diera un motivo más de preocupación!

El joven aproximó su rostro al de Candy, tanto que sus alientos se confundían, sus labios casi rozaban y con el enojo aún marcado en su apuesto rostro le dijo:

- Creo que la señorita Candy White Andley aún no tiene claro que para mí ella es lo más importante que tengo en el mundo y que ni mil reuniones ni cirugías podrán jamás anteponerse a quien considero más valiosa que mi vida propia!

Como una pared invisible que se había colocado en medio de ellos desde hace algunos días el silencio se hizo presente e imperó por unos instantes, fue en ese momento en que se dieron cuenta de eso, ella de su error por no confiarle todo lo que le sucedía por su mala costumbre de querer salir adelante por ella misma sin pedir ayuda cuando él todo lo que quería era que lo compartieran todo y él se dio cuenta de que realmente el ritmo de vida entre los Andley y el hospital lo habían absorbido de una manera alarmante.

La joven juntó sus manos a la altura de su pecho y de sus ojos brotaron silenciosas lágrimas, sabía que él la amaba, que desde casi unos niños se habían amado y que eso jamás desaparecía pero, el que ella significara un TODO para alguien, para un alguien que no la abandonaría por nada del mundo bajo ninguna circunstancia como ya le había ocurrido en el pasado la dejó completamente conmovida, si bien pudo ver furia en sus ojos también su voz sonó completamente desesperada por hacerle ver que ella era su mundo.

La expresión del médico cambió por completo al verla así y la abrazó cálidamente escondiendo ella el rostro en su pecho.

- Candy – Le dijo con dulzura – Ahora yo estoy aquí y no me iré jamás, tú ya no estás sola.

- Perdóname Anthony, te he extrañado mucho…cuando te fuiste de mí, cuando ya había encontrado alguien en quien refugiarme, tuve que salir adelante sola…

El rubio enterró su rostro en sus rizos y también de sus ojos se asomó una lágrima abrazándola con mucho más fuerza.

- Perdóname mi amor, el tiempo me absorbió y ahora me doy cuenta de la barrera que comenzaba a formarse por no hablar como debíamos, yo…

Fue silenciado por los dedos que Candy colocó con suavidad sobre sus labios.

- No es tu culpa Anthony mío, debí decírtelo desde un inicio.

La besó largamente sin importarle que los vieran los demás.

- Está bien mi amor, pero recuerda, no importa si estoy a la mitad de una reunión, tú siempre serás primero, Siempre.

Ella sonrió felizmente pues se consideraba protegida y amada con la intensidad tan característica de Anthony.

- Qué ocurre?

- Que no dejo de pensar sobre quién te estará enviando esto, podría ser alguien del hospital o…

- No lo creo mi amor, conozco al personal del hospital, por qué no esperamos a que esto pase? Seguramente se cansará.

- No Candy – Repuso totalmente serio – Esto que dice la carta no me gusta nada, juraría que es Neil quien lo está haciendo…

- Neil? No lo creo Anthony, Albert le dio su escarmiento cuando intentó obligarme a casarme con él y tú también ya lo advertiste.

- Sí pero recuerdo muy bien lo que pasó en la casa del bosque – No olvidaría esa mirada de su primo hacia su novia jamás – Si vuelve a aparecer otra carta así dímelo por favor.

- Sí…

Anthony se había vuelto muy suspicaz en esos días, se mantenía alerta tanto en el hospital como en la mansión buscando por alguna pista para descubrir al remitente de esas cartas, Candy lo observa pero por más que le dice que no se preocupe él solo respondía que era por su seguridad.

En este estado de cosas se encontraba la pareja cuando una visita tan fresca y alegre como la brisa de verano llegó de pronto a Chicago.

- Tom! – Exclamaron Candy y Anthony al unísono que salían felices a recibirlo en la entrada de la mansión.

- Hola amigos! – Esta vez Tom llevaba puesto un traje, cosa a la que no estaba muy acostumbrado pero así era siempre en sus viajes a Chicago.

- Has tardado Tom! Prometiste que vendrías en un mes – Le recriminó Candy.

- Lo siento Candy pero el asunto tardó más de lo que yo hubiera pensado, veo que Chicago te sienta de maravillas – Sonrió ampliamente.

- A qué te refieres?

- Mírate nada más, ahora sí pareces una dama de verdad.

- Yo soy una dama esté en donde esté, grosero!

- Para empezar una dama no tendría semejante vocabulario ni gritaría de esa forma – Suspiró con gesto de resignación.

- Jajajajajajaja

- Y usted joven Brown sonríe muy divertido no?

- Para mí tu eres la dama de mi corazón así vistieras solamente unos jeans – Le dijo mientras besaba su mano provocando un sonrojo en ella.

- Vaya que tienes suerte Candy, no cualquiera puede con tu ritmo.

Invitaron a Tom a pasar esos días en la mansión además de que Anthony y él hablarían sobre el rancho y su futuro, Archie y Annie al día siguiente lo vieron y el grupo otra vez estaba casi completo pero este joven tímido no se atrevía a preguntar por aquella sencilla y dulce joven que había captado su interés desde que la conoció.

Anthony y Tom se encontraban en el jardín de la mansión charlando y se les unen Archie y Annie, Candy se había despertado tarde ese día, pues era su día libre y se abochornó cuando los vio a todos listos desde su balcón. Qué dirá Anthony cuando me vea? Seguro que se reirá de mí, qué horror.

Ese día decidió ponerse el vestido que Annie tanto le había insistido que se pusiera, sin duda los cambios sutiles en Candy se apreciaban desde que Anthony había regresado a su vida y su anhelo de convertirse en una hermosa dama la hacían arreglarse más pero con la ayuda de Annie sus vestidos se hacían más delicados y femeninos.

El vestido que se puso para tan lindo día era uno de color rosa pálido con detalles en rojo, su escote en v era ligeramente pronunciado sin mangas y ceñido hasta la cintura, la tela era de seda con un bello cinturón hecho de piedras preciosas y la falda caía recta totalmente plisada, sin duda sus bellas y finas curvas se acentuaban mucho más.

- Creo que iré a ver si Candy ya despertó – Dijo Annie con una sonrisa.

- Jajajaja no cambia para nada eh – Decía divertido Tom.

- De quién hablan? – Los sorprendió una voz.

- Candy! Gatita por fin despiertas!

Sonrió la pecosa feliz de ver a todos sus amigos y a su ser más amado juntos, el gallardo joven se había puesto de pie en cuanto la vio y ella le sonreía contenta de verlo, su presencia le era tan necesaria para sonreír ahora.

Su mirada se perdió en la preciosa figura de su novia y parecía que su mente se había ido de vacaciones por unos instantes. Candy se acercaba a Anthony pero él no emitía palabra alguna, sólo la observaba como desde siendo casi un niño lo hacía olvidándose de todo lo que ocurría a su alrededor.

- A eso lo llamo el efecto Candy – Le susurró Archie a Tom quien reía divertido.

- Y ese efecto tarda mucho?

- Depende de la ocasión, si no interrumpimos seguro que sí.

- Entonces…estás de acuerdo? – Sonrió maliciosamente Tom.

- Sí… - Archie volteó a verlo.

Candy se sonrojaba por la profundidad en la mirada de su novio y a la vez sonrió sintiéndose halagada por lograr ese efecto en él.

- Te parece hermosa Candy? – Se oyó una voz que hablaba en un susurro…

- Sí….

- Soñabas con besarla desde que eran unos niños?

- …..sí….

- Te quieres casar con ella?

- …sí….eh?

Su mente bajó a la tierra y cuando reaccionó volteó a su lado y vio a Archie y a Tom ahogándose en sus risas mientras que Candy bajaba la vista completamente sonrojada sin saber qué decir y Annie volteaba hacia otro lado también evitando soltar su risa.

Súbitamente se dio cuenta de lo que había ocurrido y sus mejillas se sonrojaron pero de inmediato les lanzó una mirada asesina a ese par quienes estallaron en carcajadas y comenzaron a correr pues Anthony enojado sí que era de temer.

- Ustedes dos! A dónde creen que van?

- Jajajajajajajaja primo, si desde que éramos unos adolescentes Candy ya lograba ese efecto en ti, por lo menos reconócelo.

- Quién diría que mi mejor amigo se perdía así por mi hermanita? Jajajajaja esto no lo olvidaré nunca.

Suspiró resignado, tendría que cuidarse mejor de ese par o lo embromarían otra vez, ya había sucedido dos veces.

- Y pensar que la estadía de Tom será larga – Se acercó Candy con una semi sonrisa colocando su mano sobre el hombro de su novio en señal de apoyo moral por lo que le esperaba con esos dos.

- Realmente son un peligro andante pero…. – Levantó su rostro con su mirada iluminada y su rostro sonriente – Es verdad, te ves preciosa Candy, desde que te vi por primera vez robaste mi corazón.

- Anthony….

- Vamos vamos parejita, ya tendrán tiempo para sus citas – Les dijo Archie antes de que se perdieran en su mundo como solían hacerlo a cada rato.

La pecosa reaccionó.

- Por cierto Tom, Patty sabe que estás aquí no?

- Y por qué me preguntas sobre ella?! – Se sonrojó furiosamente.

- Vamos Tom…

- Bueno, hace mucho tiempo que no nos vemos, no creo que sea apropiado que me presente en su casa…

- Tom – Le dijo con seriedad Anthony – Yo más que nadie sé que las cosas no deben aplazarse en cuanto a sentimientos se refiere, te aconsejaría que si ella es tan importante para ti no lo dudes y vayas a verla.

- Anthony – Lo miró sorprendido Tom y después sonrió – Eso haré.

- Así se habla Tom! Pareciera que no hubieras crecido entre vaqueros.

- Cierra la boca Candy! – Fingió que le daba un golpe en la cabeza.

- Te lo mereces por estar molestando a mi Anthony – Se cruzó de brazos.

El animado grupo de amigos salen en el coche de Anthony hacia la casa de Patty para darle la sorpresa, entre más se acercaban el corazón de Tom latía con más y más fuerza mientras sentía la sangre en su rostro provocándole un indiscreto sonrojo, Anthony le dio ánimos diciéndole que sabía perfectamente por lo que estaba pasando y que ese nerviosismo era natural pues lo había experimentado con Candy cosa que le sorprendió a la pecosa pero él se sinceró y le dijo que cuando se le declaró en la Colina de Pony estaba más nervioso que nunca.

- Candy! Annie! Chicos! Qué alegría verlos!

Como siempre olvidándose de los buenos modales la joven rubia corrió para abrazar a su amiga, abrazo al que se les unió Annie.

- Finalmente nos vemos! Patty cómo te ha ido en la universidad?

- Muy bien Candy – Dijo con una amplia sonrisa – No diré que ha sido fácil y que mi padre se ha opuesto rotundamente a esto pero la abuela me ha apoyado mucho.

- Me alegro por ti!

- Hola Patty – Le saludó Anthony y después Archie.

- Anthony, Archie, me alegra ver que están bien.

- Patty, te tenemos una sorpresa! – Dijo Candy con picardía.

- Eh?

- Mira hacia allá…

En la entrada de su residencia alcanzó a distinguir a un apuesto muchacho algo abochornado que se mantenía de pie observándola en silencio y no supo por qué pero su corazón dio un vuelco en ese instante.

A Tom le pasaba otro tanto, Patty llevaba su largo cabello suelto recogido en una linda media cola y la veía más linda que nunca. Finalmente el muchacho se animó y se acercó al grupo.

- Hola Patty.

- Tom, me da mucho gusto verte de nuevo…

El grupo sonrió y se apartó un poco para darles su espacio.

- Tenía…tenía muchas ganas de verte Patty.

- Yo también…pensé que ya no vendrías a Chicago…

- Tuve mucho trabajo, lo siento.

- Oh! No tienes por qué disculparte Tom, no tenías ninguna obligación para venir.

- Pero quería hacerlo, quería verte – Los ojos de Tom brillaron mientras le decía esto con seriedad.

Ninguno de estos bellos jóvenes sabía que eran objeto de una mirada sumamente inquisidora que observaba sus gestos y actitudes y sonreía maliciosamente, una figura que se mantenía oculta y muy al pendiente de lo que ocurría.

- Vaya vaya vaya, así que usted es el joven que regresó del más allá para hacer feliz a mi amiga?

- Eh?

Todos se asombraron por lo dicho y voltearon al lugar de donde provenía la voz.

- Abuela!

- Del más allá? – Repitió el apuesto heredero.

Abrieron sus ojos de par en par mientras la alegre anciana caminaba lentamente observando a cierta persona con gran interés dirigiéndose directo a ella.

Su rostro estaba profundamente serio e inmóvil observándolo con detenimiento cuando por fin exclamó:

- Pero qué joven más apuesto es usted! Parece un príncipe! Candy, qué chica con suerte que eres!

- Señora! / Abuela! – Gritó Anthony sonrojado y Candy al mismo tiempo totalmente perplejos.

La abuela caminó rodeando al joven para verlo desde todo ángulo, como si lo analizara poniendo algo nervioso a Anthony quien no entendía nada, definitivamente no conocía a la abuela de Patty que podía llegar a ser todo un peligro.

- Alto, varonil y muy apuesto….dígame, es doctor cierto? Si yo fuera un poco más joven de seguro que me enfermaría muy seguido para visitarlo jajajajaja

- Se…Señora….. – Dijo casi sudando el pobre rubio.

- Te felicito Candy, no lo dejes ir, créeme lo sé, muchachos como él hay pocos. – Le guiñó el ojo.

- Abuela… - Suspiró Candy.

Después se paró frente a Anthony y lo miró fijamente a los ojos, decir que el pobre rubio estaba más que desconcertado era poco, ya comenzaba a ponerlo nervioso esa extrovertida anciana.

- Puedo ver en sus ojos que tiene un alma noble, así que... guapo y generoso, sí, definitivamente tiene mi aprobación para salir con Candy jajajajaja están contentos? – Los volteó a ver a ambos, ya Patty le había platicado sobre su historia de amor y todo lo que habían vivido y sufrido para estar juntos de nuevo.

Anthony no supo qué decir, Candy mucho menos, la abuela sí que era tremendamente honesta.

- Mucho gusto joven Andley – Le extendió la mano – Por favor cuide de mi querida Candy.

- Encantado, así lo haré – Sonrió más tranquilo el rubio.

Pero ahora su vista se fijó en alguien que le interesaba mucho conocer también pues involucraba a su adorada nieta.

- Y qué tenemos aquí?… a un joven algo tímido por lo que veo, dígame, acaso no quería ver a mi nieta? Por qué tardó tanto en venir?

- Eh? Bu..bu…bueno yo…. – Se rascó su cabeza tontamente.

- Si hay algo que quiera decirle dígaselo de una vez, eso de andarse por las ramas es una pérdida de tiempo si lo sabré yo…dígame, quiere usted a mi nieta?

Tom y Patty se sonrojaron a morir deseando que se los tragara la tierra, Anthony suspiró aliviado al ver que la abuela había elegido a otra víctima y sintió compasión por Tom.

- O acaso piensa que mi Patty no es bonita?

- No! …quiero decir, sí lo es, pero…no! No quise decir eso, yo….

- Jajajajajaja qué juventud – Ahora se dirigió a todos – Díganme chicas, los jóvenes norteamericanos son así de reservados y tímidos?

- Abuela por favor! – Casi sollozaba Patty.

- Ya ya ya, yo sé lo que les digo a todos ustedes pues soy más vieja y tengo experiencia, veo que forman unas parejas realmente adorables, y sí, ya te incluyo a ti joven Stevens porque sé que es cuestión de tiempo para que te le declares a mi nieta – El muchacho se puso pálido primero hasta que los colores le subieron al rostro – Mmmm pero si están tan enamorados por qué no se casan de una buena vez?

- EEEEEHHHHHHH? – Fue el exclamo general.

- Sí! Yo ya estoy vieja y quiero ver a todos los amigos de mi querida Patty felices y a ella por supuesto jajaja, o no me dirán ustedes chicos que no desean pasar tiempo a solas con las chicas donde nadie los interrumpa? Nada mejor que disfrutar de las delicias que una esposa enamorada puede ofrecer.

- Se..señora pero qué está diciendo?! – Dijo Anthony con las mejillas encendidas que a su vez delataba el propio deseo del que la abuela Martha hablaba sin decirlo abiertamente, no podía creer el torbellino de mujer que acababa de conocer, mientras que Archie se llevaba las manos al rostro totalmente sonrojado y Tom estaba lívido.

- En especial tú muchachito Brown sé que has sufrido demasiado, acaso no quieres ya tener la paz que dan las bondades del matrimonio junto a Candy? Jajajajaja Para qué esperar entonces?

Se debe repetir que el joven médico se había quedado sin palabras y estaba más rojo que nunca?

- Y ustedes chicas acaso no sueñan con una hermosa y romántica luna de miel? Es hermoso despertar a lado de un esposo después de…

- ABUELA! – Gritaron las tres al unísono totalmente rojas de las caras.

- Mmmm, creo que me tendré que quedar más tiempo aquí, veo que la juventud norteamericana es muy tímida, no me iré de aquí hasta que asista a sus bodas, pasen por favor a la casa, nos vemos después…. – Pero antes de entrar en la residencia le dirigió otra mirada a Anthony – Doctor espero pronto noticias de su compromiso, no lo olvide! – Rió para sus adentros, estos jovencitos eran realmente adorables y ese gran amor de Candy se veía tan gracioso abochornado que sonrió pensando que había encontrado un nuevo pasatiempo con ese grupo de amigos.

- Uff! – Anthony pasó su brazo por su frente pero de pronto la situación le pareció de lo más divertida y soltó sonora carcajada relajando el ambiente de inmediato – Jajajajaja, Patty tienes una abuela extraordinaria.

- Pero si pareciera que disfrutó de lo lindo embromándote Anthony – Dijo Archie.

El joven asintió con la cabeza sonriendo.

- Deberemos ser más cuidadosos con la abuela – Dijo Candy suspirando – Y me parece que tú mi amor mucho más que todos…

Anthony, Candy, Archie y Annie se retiraron más tarde de la casa de Patty mientras que Tom les había dicho que los alcanzaba más tarde.

Esa noche llamaron a Anthony de urgencia debido a un accidente que había sufrido un conductor y tuvo que salir pese a que era su día libre, se había despedido fugazmente de Candy mientras que ella se quedó recargada sobre un pilar de la mansión observándolo mientras se alejaba, a veces sentía que estaba como en un sueño, que vivía el sueño que el destino le había arrebatado cruelmente hace años pues ahora conocía el sabor de los besos de Anthony, había conocido también que sus apacibles ojos azules se transformaban en un mar de tormenta cuando la pasión se desbordaba entre ellos, la expresión que su rostro tomaba indicándole que necesitaba de ella más que un beso…..cielos, lo amaba demasiado! Ahora sabía que sus labios eran de él desde mucho antes, ahora entendía por qué…aquel primer beso pese a recordarlo con cariño al inicio lo había rechazado, porque ese beso lo había esperado de Anthony y no podía ni siquiera creyéndolo muerto, entregarlos a alguien más pese a que con el tiempo sí soñó con los besos de aquel lindo pero tormentoso amor.

Se dirigía a su habitación para disponerse a dormir con una sonrisa en sus labios cuando en una de las habitaciones escuchó a la tía abuela que hablaba exaltada, se preocupó por ella pero al llegar escuchó una conversación que la dejó sin habla.

- Te he dicho que dejes en paz a mi nieto Collin, él ya ha sufrido bastante por culpa de mi hermano y no permitiré que tú vengas a amedrentarlo con un casamiento a la fuerza.

- Pero qué te ha sucedió Elroy? – Le recriminó el otro – Acaso ya se te olvidó que los Andley no pueden rebajarse a algo así? En verdad es lo que deseas? Que contraiga matrimonio con una huérfana?!

- Basta Collin! – Gritó la anciana.

- Veo que te has encariñado con ella, pero sabes que Anthony es demasiado importante en la familia y en la sociedad, he notado que la hija de los Foster está interesada en él, piénsalo, es lo mejor que le podría suceder a ésta familia! El nombre de los Andley estaría en toda Norteamérica y Europa! En cambio si se casa con esa muchacha nuestro apellido tendrá una mancha! Nadie en nuestro círculo hace eso!

- No lo haré, mi nieto es libre de casarse con quien él decida. Debes respetar eso.

- Vine contigo porque creí que entenderías y lo harías entrar en razón, ya se lo hemos dicho a él pero lo único que hace es enfrentarnos, le he pedido hasta el cansancio que deje a esa chica, si tú hablas con él seguro que lo hará.

- Mi nieto no es esa clase de persona Collin y te recuerdo que Candy ya lleva el apellido Andley, no olvides todo lo que hizo por nosotros, de no ser por ella ni William ni Anthony estarían aquí.

- Es imposible hablar contigo Elroy, que te quede claro, no me rendiré hasta lograr que se case con la chica Foster, es por nuestro honor! Y es lo mejor para él, no tendrá que enfrentarse a una sociedad que le da la espalda! – Salió furioso de la sala, Candy tuvo que esconderse detrás de una enorme cortina para que no lo viera.

Comenzó a llorar, no lo había visto de esa manera, Anthony se estaba enfrentando a todos por ella? No se lo había dicho…Sin duda su vida sería mucho más fácil después de todo lo que había padecido si se casaba con la chica Foster, no tendría ningún problema pero ahora lo veía tan cansado y tan agotado que….

Si en verdad lo amo, debo buscar su bienestar y no el mío…él…ha sufrido mucho!

No durmió, ya era medianoche y había decidido esperarlo para hablar con él así que discretamente salió de su cuarto y entró en la habitación de Anthony para esperarlo, pensaba que había sido demasiado inocente, que lo suyo con Anthony era como un cuento de hadas, ahora se topaba con la realidad, Anthony se casaría con ella y toda su familia se opondría a ello, no era tan fácil, no lo sería.

Escucha el despacio andar de alguien y la puerta se abre lentamente, al cerrarla, el joven médico se recuesta en la propia puerta cerrando los ojos sumamente cansado, al día siguiente tenía que ir con Albert al consorcio muy temprano y después partiría a Nueva York para cerrar un negocio, si tenía suerte dormiría un par de horas, fue directo por su pijama, se quitó su chaqueta y cuando estaba por comenzar a desabrochar su camisa escuchó una voz.

- Anthony….

- Candy! – Bajó la voz – Qué estás haciendo aquí?

- Bueno es que yo…necesito hablar de algo contigo – Dijo muy seriamente.

- Qué ocurre Candy? – Se alarmó y fue a prender una lámpara en su habitación que iluminó levemente el lugar.

- Anthony….eres feliz?

- Por qué me lo preguntas? Sí, soy feliz - La tomó de la mano y se sentaron en su cama.

- Pero ahora estás pasando por muchos problemas no? Tu vida en Avon fue más tranquila…

- Admito que me gusta mucho más la vida que llevé en Avon mi amor pero nada de eso se compara con tenerte ahora aquí conmigo, en Chicago.

- Si tan sólo nos hubiéramos quedado en Avon sin necesidad de regresar a Chicago…

- Por qué lo dices Candy?

- Pienso que quizás yo no soy lo mejor para ti, estás teniendo muchos problemas por mí….

El rubio abrió los ojos – De qué estás hablando?

- Pienso que los Andley se opondrían a un matrimonio entre tú y yo, te darían la espalda….. – Levantó su rostro serio – Quizás Isabella sería la mejor opción para ti, después de todo yo sólo soy la hija adoptiva de los Andley….

Anthony se levantó rápidamente y muy molesto.

- Podrías decirme por favor de qué estás hablando? De dónde sacaste esa absurda idea?

- En lo único que estoy pensando Anthony es en tu felicidad, ya has sufrido demasiado!

- Tonta! Y desde cuándo decides tú qué es lo que me hará feliz a mí? – Dijo totalmente enojado.

- Qué no lo ves Anthony? Eres el segundo a la cabeza de los Andley y antes de reencontrarnos yo apenas lograba mantener en orden mi pequeño departamento, además solamente soy una enfermera, yo… nunca podría ser la esposa de alguien como tú!

- Qué estás insinuando Candy? Desde cuándo piensas así? Te desconozco, acaso piensas que me cansaré de todo esto y te dejaré a la mitad del camino? Estás muy equivocada! Yo no soy él entendiste!

- Candy quedó muda y comenzó a llorar. – Sé muy bien que los Andley te han dado la espalda por tu noviazgo conmigo Anthony! Que están presionándote mucho! Si continúas con esto tendrás más problemas de los que ya has tenido!

- Y eso a quién le importa! Candy, a mí me tiene sin cuidado lo que me digan! No soy un muñeco ni un niño al que le tienen qué decir qué hacer!

- Sabes bien que no puedes eludir eso Anthony! Ellos son tu familia a pesar de todo!

Quedó mudo y montado en cólera por lo que ella decía y pese a que estaban en su habitación el joven caminó directo hacia la puerta para salir de ahí pero después de unos segundos regresó.

- Y desde cuándo Candy decides tú por mi felicidad? Tú eres mi felicidad y ahora pretendes que te aparte de mi lado para que busque, según dices tú señorita obstinada, a una chica que cumpla con los requisitos que los elegantes Andley piden no? Pretendes irte de mí y con eso arrebatarme la vida? Pues no lo permitiré!

- Pero ellos, ellos se han opuesto Anthony… - Dijo amargamente.

- Cómo lo sabes?

- Lo escuché, por error pero los escuché hablar de ti y de mí….yo sólo quiero que seas feliz Anthony.

- Escúchame bien Candy, yo no voy a renunciar a ti aún si tú me lo pidieras, entendiste? Crees que soy tan débil?! Pues no lo soy y aún si la sociedad entera me diera la espalda jamás te abandonaría! Por quién me tomas Candy?

Candy retrocedió un poco, Anthony estaba verdaderamente enojado con ella.

- Esa clase de honor no es lo que yo busco Candy – Suavizó un poco la voz – Honor es seguir el dictado de mi corazón y eso es lo que he estado haciendo.

- Pero…Isabella es mejor que yo, es más que adecuada para ti…..

- Adecuada?….Dime desde cuándo Candy piensas que una pareja sólo puede serlo por su igualdad de condiciones sociales?

- Eh? No, yo no pienso así!

- Entonces por qué lo estás pensando para mí? Acaso quieres que lo nuestro deje de ser?

- NO!

Ella seguía sentada en su cama cubriendo su rostro entre sus manos, Anthony se agachó, apartó sus manos del rostro y la tomó por los hombros…

- Acaso pensabas sacrificarte otra vez…..Candy! – Le dijo con voz totalmente desesperada – Jamás vuelvas a pensar en algo así! Nunca te dejaré ir, óyelo bien, nunca! Así me lo pidieras correría tras de ti hasta encontrarte! Nos pertenecemos desde siempre y si te vas me harías el hombre más miserable de todos.

- Anthony…lo siento…..

- Mereces ser feliz Candy – Levantó su rostro suavemente con las dos manos – Lo mereces más que nadie! Si en algún momento yo dejara de ser tu felicidad me quitaré del camino para que lo seas pero si yo sigo aún siendo uno de los motivos para que seas feliz entonces no renuncies! Yo jamás lo haré ni te abandonaré a medio camino así me quedara solo en el mundo….

Para ese entonces Anthony se había inclinado tanto sobre Candy que los dos prácticamente estaban acostados, había fuego en sus ojos, un fuego y a la vez miedo que ella nunca le había visto y que la conmovió hasta el alma, ahora sabía que ellos dos no podían estar el uno sin el otro, entendió la importancia que su propia existencia tenía para alguien más, por primera vez en su vida pudo sentirlo.

- Anthony yo…..

- Tienes derecho a ser feliz y sin importar si soy yo o alguien más que estuviera en mi lugar, tienes derecho a luchar por lo que consideras como tuyo – Le dijo con dulzura y voz profunda en voz baja al oído.

- No quiero…..

- Qué Candy? – Seguía en la misma posición, él sobre ella hablándole al oído.

- No quiero separarme de ti nunca…..

Le sonrió feliz de que finalmente lo comprendiera. – Ni yo tampoco quiero hacerlo jamás, por eso cumpliré mi sueño egoísta de hacerte mía para siempre.

- Y yo quiero que seas mío hasta que seamos unos ancianos.

- Y nuestros nietos corran por el rosedal….- Recordó algo – Candy, pasado mañana partiré a Nueva York y a mi regreso… - Entrelazó los dedos de sus manos con los de Candy – A mi regreso… tengo que preguntarte algo muy importante – Su sonrisa y su mirada se llenaron de ilusión.

- Qué cosa Anthony?

Respondió a su pregunta con un apasionado beso al cual Candy correspondió inmediatamente rodeando la espalda del rubio, la luz de la habitación se apagó y la noche envolvió a la mansión Andley; por la madrugada, los pies descalzos de la doncella caminan presurosos y sin emitir ruido alguno hasta llegar a su recámara, custodiada por aquel que la observaba desde el fondo del pasillo para cerciorarse que llegara con bien y nadie la viera, sonríe evocando lo vivido y cae profundamente dormido.

El heredero se despide de Candy y su familia y toma el tren para ir a Nueva York, a Candy esto le produjo una sensación que no supo definir exactamente, Anthony viajando a esa ciudad que significó tanto para ella, en donde vivía aquel que desde hacía mucho tiempo ya no pronunciaba su nombre, jamás pensó en esa posibilidad.

El joven llega al hotel de dicha ciudad, hacía muchos años que no viajaba ahí y se sorprendió de lo mucho que había crecido, a su gusto demasiado bullicioso así que en cuanto llegó a su habitación se dio un baño, se coloca su elegante traje, su corbata y sale de su habitación rumbo a la recepción que le habían preparado.

- Bienvenido distinguido joven Andley, es un honor para nosotros ver al querido hijo de la condesa Rosemarie, el joven conde Anthony Andley.

- El placer es todo mío señor Ford – Pensó que su tío tenía razón, personas muy ceremoniosas que gustaban de tratar con linajes antiguos – Pero yo no soy con…

- Debo decirle que me alegra mucho su regreso con los Andley, aún recuerdo cuando vi a Elroy con el semblante más triste que le hubiera visto después de su desaparición, dígame, cómo está? Y el joven William?

- Gracias por su interés, ambos se encuentran muy bien.

- Espero que no haya hecho planes para hoy porque queremos que nos acompañe a una cena de beneficencia que se realizará hoy, espero que no le moleste pero no pudimos retrasarla.

- Está bien… - Ya inventaría alguna excusa para buscar aquello que tanto quería, ahora que su pecosa no estaba con él no tenía por qué preocuparse de buscar algún pretexto para salir sin ella.

Prácticamente el muchacho salió corriendo de esa lujosa residencia con el pretexto de buscar un traje más adecuado para el evento y se fue directamente a visitar las mejores joyerías que había investigado habían en Nueva York, no tenía mucho tiempo pero tampoco pensaba tomar una decisión apresurada cuando de pronto su mirada se iluminó hermosamente y una sonrisa asomó en su rostro llena de ilusión como el hombre más enamorado cuando vio aquella pieza que representaba a aquel regalo que le había hecho hace poco más de seis años…Es perfecto.!...Nada podría simbolizar mejor su promesa eterna de amarla y no abandonarla nunca más que aquel objeto que había encontrado, en ese hermoso anillo de compromiso de oro blanco que formaba exquisitamente una rosa blanca con un diamante del mismo tono, una rosa blanca como la Dulce Candy. Salió con la ilusión y la esperanzas reflejadas en su dulce y varonil rostro, no podía esperar a pedirle a Candy que se casara con él!

- Lamento mucho la demora señor Ford, a dónde iremos?

- Mi buen amigo, después de cerrar nuestra alianza para llevar el ferrocarril a la zona sur de Norteamérica y con ello la ruta comercial más grande hacia México no hay nada mejor que disfrutar de una buena obra de teatro, le gusta el teatro?

- Sí, sí me gusta señor Ford…

- La gala será después de la obra.

- De acuerdo, vamos?

Cuando se bajaron del coche frente al teatro, elevó su rostro para ver el enorme cartel de la obra que se presentaría en Broadway "El Rey Lear", detrás de él llegó el señor Ford y uno de sus hijos.

- Le agrada Shakespeare joven Andley?

No respondió de inmediato pues tenía su vista clavada en los protagonistas y su rostro se tensó ligeramente. – Conozco sus obras y creo que podría darle una oportunidad…

- Bien, entremos entonces – El joven aparta su vista del cartel y se une al grupo hasta llegar al palco más exclusivo del lugar.

Durante toda la obra Anthony se mantuvo muy callado y poniendo todo su interés en la obra, definitivamente esa persona era muy buena en su profesión.

- Venga aquí joven Andley, mire, allá se encuentran el director y el elenco de la obra, me declaro un fanático del teatro, la vida de los actores es por demás fascinante, siempre llena de tragedias y amores truncados.

Y ahí lo vio a él, más cerca de lo que en realidad hubiera querido, vaya, por lo que veía siempre estaba rodeado de admiradoras a quienes dedicaba su mejor sonrisa y sus mejores modales pero lo analizó bien, pese a eso, su mirada demostraba ironía, tristeza…

- Mi buen amigo Robert!

- Patrick! Bienvenido seas, cómo has estado? – Ambo se dan la mano.

- No tan ocupado como tú, te felicito, la fuerza de la obra hizo vibrar mi viejo corazón, esa revelación tuya sigue cosechando frutos no?

- Jajajaja así es, pero también corazones – Guiñó el ojo – Su compañera no se queda atrás…

- Permíteme presentarte a mi buen amigo Anthony Brown Andley, sucesor uno de los clanes más antiguos y reales de Escocia.

Ojos azul zafiro se abrieron desmesuradamente al escuchar el apellido Andley y quedó mudo ante las preguntas y solicitudes de quienes lo rodeaban.

- Mucho gusto señor Hathaway, la obra fue maravillosa.

- Gracias, gracias joven, pero nada de esto sería posible sin mis actores, le presento a mi amigo Terry Grandchester, protagonista de la historia.

Intervino el señor Ford.

- Terry muchacho, qué alegría verte y como siempre rodeado de lindas mujeres jajaja, permíteme presentarte a nuestro joven amigo, el conde Anthony Brown Andley.

Automáticamente el joven actor clavó su mirada en la alta figura de Anthony, recordó cómo lo había descrito hace mucho tiempo "Flaco y débil", dándose cuenta de que no era nada de como lo había pensado, era incluso un poco más alto que él.

- Mucho gusto – Dijo finalmente el rubio con una sonrisa pero mirada analítica – Debo felicitarlo, su actuación fue estupenda.

- Lo mismo digo yo, así que… conde y floricultor, vaya combinación más extraña.

- Disculpe?

- Y además resucitado jajajajaja

- Llamémoslo… excentricidades de los ricos, por lo que veo usted es duque, rebelde, actor de teatro y además insolente no?

- Además de buen mozo – Dijo dirigiendo su vista a donde estaban un par de admiradoras

- Veo que eso lo hace feliz.

- En realidad no me importa, aunque he de admitir que ayuda a la autoestima, acaso no cuenta usted con su club de admiradoras? Siendo un conde…

- Eso no lo sé, pero en realidad sólo necesito el corazón de una mujer para sentirme completo.

El joven Grandchester endureció su mirada, acaso él ya sabía?

- Entiendo lo que dice, una vez me sentí así cuando robé el corazón de una mujer con el primer beso de amor…

- Pero el corazón de una mujer no se roba duque de Grandchester, se gana y se enaltece como lo más valioso que esa mujer nos pueda dar, como caballero que creo que es pues por algo ella lo amó, comentar algo tan íntimo de una mujer tan especial no me parece apropiado.

- Acaso ha regresado del mundo de los muertos para reclamar un lugar que hace años fue suyo? – Le preguntó directamente.

- No he regresado a reclamar ningún puesto duque de Grandchester, en el amor no hay propiedades, simplemente he venido a cumplir la promesa que me hice hace más de seis años de ayudar a ser feliz a la dama que amo.

- Pero qué conde más educado tenemos aquí, me pregunto cómo es que una mujer tan rebelde como yo pudiera compaginar con alguien como usted, eso realmente me intriga …

- Ser educado no significa ser tonto y mucho menos acatar las tontas reglas que la sociedad impone, lamento mucho que tenga esa idea, no es una obligación ni protocolo lo que me conduce a ser así sino mi sincero deseo de serle útil a los demás, podría jurar que en su caso es todo lo contrario y le irrita demasiado el serlo. Disculpe pero debo regresar a mi mesa, hasta luego.

Justo cuando se daba la vuelta para retirarse del lugar…

- Vaya, su discurso me conmueve y me hace meditar en algo, me parece que quizás debería intentar buscarla para continuar con lo que dejamos pendiente, no lo cree?

Sin voltearlo a ver respondió:

- Dígame, el motivo de querer hacerlo será ocasionado por el regreso de alguien más en la vida de ella? O verdaderamente es amor lo que lo moverá a importunar su existencia cuando le hizo prometer que fuera feliz, y si ella ya lo es ahora, entonces, no quiere que lo sea? – Y diciendo eso se marchó del lugar.
Meichan
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